Quena Rencoret, directora del Área Dramática de TVN
Si de EMPLEABILIDAD estamos hablando, entonces es muy importante leer esta entrevista a Quena Rencoret. En ella se expresa la importancia de escuchar y entender las competencias claves además de un muy buen manejo de redes de contacto. Te invitamos a leer esta entretenida entrevista de esta exitosa mujer.
- Quería ser actriz o vedette. En estos días triunfa detrás de las cámaras con «Martín Rivas». Tiene tres hijos propios y 200 ajenos, entre actores, técnicos y guionistas. Su clave: hablar claro y sin rodeos. Hoy Quena Rencoret sabe que vale su peso en oro. Y agrega: «Cuando fracasa una teleserie, yo tengo toda la responsabilidad y por supuesto que me siento mal. Es muy doloroso ser la responsable de un fracaso. Pero jamás he sentido miedo».
Por Ximena Urrejola B. Fotografías: Álvaro de la Fuente. Maquillaje: Milagros Domínguez.
La característica más sobresaliente de la cara de Quena Rencoret (45 Años) son sus ojos café. Unos ojos vivos, grandes, que en espacio de segundos pueden volverse vidriosos, por la pena, y luego volver a la claridad, al brillo, cuando habla de sus afectos o, como ahora, viernes 26 de marzo, en que está probándose vestidos para la sesión de fotos que ilustra esta entrevista y en sus ojos se percibe la duda, la inseguridad. Pero después de una cierta vacilación, se mira en el espejo y le gusta lo que ve. Acostumbrada a los jeans y las poleras, los vestidos más bien hippies y a no maquillarse por nada del mundo, un vestido un poco más fashion la saca de su status quo. Sus conocidos dicen que a «la Quena» no le gusta verse ni sentirse diferente a los demás.
Esta es la primera de sus características que explican el porqué está hoy liderando una industria que mueve millones de dólares: la empatía. La segunda, que también tiene que ver con la empatía, es que tal vez si la vida hubiera dado una vuelta un poco más sinuosa, ella estaría frente a la pantalla y no detrás.
María Eugenia Ríos, su madre, dice que desde muy chica «la Quena» cantaba, actuaba y se subía arriba de cualquier tarima que encontrara a su paso. «Quería ser actriz o vedette. Cantaba las canciones del Pollo Fuentes», dice. Y cuenta:
-En el colegio (en Bogotá, donde vivimos por cuatro años, y luego en las Monjas Francesas) era floja, pero no sé cómo se compraba a los profesores con su simpatía y se sacaba todos los premios. Siempre fue líder; siempre fue muy querida. Pero era flojaza. Cuando quedó en Arte en la Universidad Católica estábamos veraneando en Concón y le dio lata venir a inscribirse. Yo le decía Pero Quenita…. Después se metió (a Dirección y Producción de televisión en el Incacea) y parece que nació para esto. Está detrás de las cámaras, pero te aseguro que si la pones adelante estaría feliz de la vida.
En los 22 años que lleva trabajando en TVN pasó de ser «asistente de la asistente» a convertirse en la única mujer directora de teleseries que hay en Chile y también es la única mujer directora de un área dramática en este momento. Con la salvedad, además, de que SU área dramática es por lejos la más exitosa de la televisión chilena. En términos de números y de rating.
Aunque en el canal no entregan las cifras oficiales que recaudan vía teleseries, en el medio se sabe que se invierten cerca de dos millones y medio de dólares por cada producción nocturna. Y que la recaudación neta bordea los seis millones de dólares, como se vivió con la exitosísima «¿Dónde está Elisa?», a pesar de que 2009 fue un año de profunda crisis económica para el país. No hay nada de qué quejarse.
Este año las cosas también se ven auspiciosas: Con Conde Vrolok TVN está recaudando alrededor de 7.475.000 pesos cada 65 segundos de spot publicitario y la vespertina Martín Rivas, en su hora peak, recauda cerca de 7.226.000 pesos los 65 segundos.
¿Cuánto vale, entonces, Quena Rencoret?
Fuma mucho, toma café como condenada al cadalso. Baja cuatro kilos de peso cada vez que está a punto de salir al aire y de saber si su esfuerzo y el de su equipo le van a significar un triunfo o una derrota. Hace tiempo que le está yendo bien. Vicente Sabatini brilló durante más de diez años como el rey de las teleseries, cuando trabajaba en TVN, y Quena Rencoret iba detrás, a paso lento. Con «Martín Rivas» le dio la última estocada a quien fue su mentor, su compañero de trabajo, después su jefe y hoy su principal competidor a través de Chilevisión y su teleserie «Manuel Rodríguez».
Conocida es la rivalidad que existe entre ambos directores, aunque Quena Rencoret la niega de plano.
-Hace mucho tiempo que no trabajamos juntos. Después de «Ámame», nunca más. Rivalidad no había: estábamos en el mismo canal y en distintos semestres: ¿cómo iba a existir? Habría sido muy raro -dice ella.
El día en que ambas producciones salieron al aire, ella lo llamó por teléfono para desearle suerte. «Suerte, pero no tanto. Nooo, mentira», dice riendo. Desde ese momento no han vuelto a hablar. Y Vicente Sabatini no quiso opinar sobre su contrincante para este reportaje. Simplemente dijo que no tenía nada que decir.
La feroz fidelidad que le prodiga su círculo íntimo y no tan íntimo habla de una red que Quena Rencoret ha tejido a lo largo de los años entre quienes la rodean. Actores, técnicos, guionistas, productores le cuentan sus problemas; ella los reta, los aconseja. Una estrecha colaboradora dice que su liderazgo es del tipo «maternal», al estilo de la ex Presidenta Michelle Bachelet. Pero al mismo tiempo que amiga, primero es jefa. Quienes la rodean dicen que no es fría ni calculadora, aunque sí muy exigente. «No estoy acostumbrada a que me manden», explica ella. Y agrega que es muy difícil que se muestre endeble, que sus subalternos la vean en momentos débiles. «Quizá algunos, los más cercanos», confiesa. Para la directora de programación de TVN, María Elena Wood, ella «es un motor de entusiasmo. Además, es exigente y trabajadora, audaz y sensible, por lo que nunca pierde conexión con la cotidianidad».
En su equipo más íntimo agregan que es arriesgada, totalmente apasionada, y que es muy raro que ande de mal genio. Si algo no le gusta, lo dice una sola vez. No se anda con rodeos.
A las ocho y media de la mañana entra a la sala de maquillaje y se pone a gritar: ¡¡¡¿Cómo amanecieron todos?!!! Cuando están Amparo Noguera o Coca Guazzini, por ejemplo, les dice: Ohh, hay demasiadas estrellas aquí adentro, hay demasiada luz, no se puede estar aquí… A Delfina Guzmán la agarra a besos y le dice: ¡Eres exquisita!. Todos quedan contentos, y ella logra su objetivo: que los actores comiencen a trabajar con el ánimo por las nubes.
Quienes la rodean aseguran que el suyo no es un liderazgo impuesto; los fracasos -que los ha conocido en teleseries como «Versus»- no significan nada en su relación con su gente, aunque sí consigo misma. Se cuestiona, se replantea cómo volver a atraer a la esquiva audiencia, pero no derrama ni una sola lágrima («tengo prioridades para las lágrimas», dice, recordando la muerte de su padre Manuel, hace cinco meses). Continúa trabajando duro. Y las personas la siguen.
Quena Rencoret nunca pensó que se encontraría en esta situación. Cuando estudiaba, en su mente se veía como asistente de dirección y que luego se casaría, tendría a sus hijos y punto final. En los años ’80 llegó a hacer la práctica al área dramática de TVN, de la mano de Sonia Fuchs, temida mujer de aquella época, cuando apenas se realizaba una telenovela al año. «Marta a las ocho» fue su primera producción.
Su oportunidad llegó cuando se enfermó el director Ricardo Vicuña y lo reemplazó por dos meses. Pero saboreó el éxito recién en 1993 con la teleserie «Ámame», protagonizada por Bastián Bodenhofer y una debutante Ángela Contreras. Tenía sólo 28 años. Desde ese momento en adelante se hizo cargo de las teleseries del segundo semestre, mientras Vicente Sabatini lo hacía con las del primero. Su gran desafío: romper la tradición que tenían los espectadores de irse a Canal 13 la segunda mitad del año. De a poco lo logró. Su gran batatazo: «Amores de mercado», el mayor éxito de rating en la historia del people meter. Hacia delante la lista es larga: entre otras cosas, es la gestora de las teleseries nocturnas, que en un principio no contaron con la aprobación de la plana ejecutiva, quienes no las veían como un buen negocio. «Ídolos», «Los 30», «Alguien te mira», «El Señor de la Querencia», «Dónde está Elisa?» le dieron la razón a Quena Rencoret.
–Yo creo que la clave de su éxito está en seguir su instinto y no apegarse a las fórmulas. A veces es bien fácil repetir los éxitos del pasado siguiendo al pie de la letra lo que se hizo antes. La Quena no: como se aburre fácil, siempre está exigiendo más, y eso para uno es muy estimulante y a veces terrible también. En los años que llevo en TVN he aprendido de su visión de la ficción en TV, de su relación con los elencos, pero sobre todas las cosas de su incomparable sentido del ritmo. La velocidad, el vértigo y la acción son lo que más le preocupa. Lo que jamás dirán de una teleserie dirigida por ella es que es lenta o fome o que no pasan cosas, porque la Quena siempre estará preocupada de que la historia avance, que los personajes se revelen, que las mentiras exploten. Para uno que escribe, eso siempre implica un desafío -dice Pablo Illanes.
Es rigurosa con los horarios. Las grabaciones comienzan puntualmente a las nueve de la mañana y se terminan a las seis de la tarde. Esa es la jornada de trabajo, y no hay más. Salvo cuando hay tomas nocturnas el trabajo se atrasa y comienza a las cuatro de la tarde. Quienes trabajan con ella dicen que hoy día en el área dramática existe una metodología y un orden «espectacular». Como dice Quena, «funciona como avión». Porque Quena Rencoret es una mujer de día. No tiene nada de pájaro nocturno. Y le gusta llegar a las seis y media de la tarde a su casa para estar con sus hijos de 11, 14 y 18 años, su prioridad absoluta. En la mañana es cuando tiene más energía. No le gusta salir de noche, por eso siempre se la ve despierta y lúcida. A las 11 de la noche el sueño la pilla, sin excusas, con un libreto en las manos.
Aunque ha tenido múltiples ofertas, dice que no se cambiaría de canal. Incluso a fines de 2008 la tentaron de TVAzteca con un sueldo millonario que en tres años le habría significado tener asegurado su futuro. Pero se asustó. Cuando se dio cuenta de que tendría que moverse en un auto blindado y con guardaespaldas, concluyó que no quería eso para sus hijos.
-Económicamente hablando no había ni que pensarlo. Pero pensé en mi familia: el dinero está lejos de ser lo más importante para mí.
La delgadez de Quena Rencoret en período de estreno está directamente relacionada con que su nivel de responsabilidad es incalculable. Las expectativas que producen sus teleseries -desde que en 2006 asumiera como directora del área dramática y cada capítulo de las cuatro producciones que se realizan al año pasa por su visto bueno- y sus resultados son el punto de partida del ánimo y de las finanzas con que TVN funciona todo el año. Si a la teleserie le va bien, las caras que caminan por los pasillos del canal son puras sonrisas. Pero las frustraciones también han sido parte de su vida:
-He tenido fracasos y he tenido éxitos, por eso soy poco de creerme el cuento. He bailado con la fea y es doloroso. Nadie siente ni tiene el nivel de responsabilidad que tengo yo frente a un producto así. Porque los costos son enormes, porque nadie se imagina lo importante que es para el canal esta área. Entonces, cuando fracasa una teleserie, yo tengo toda la responsabilidad y por supuesto que me siento mal. Es muy doloroso ser la responsable de un fracaso. Pero jamás he sentido miedo.
Los miedos de Quena Rencoret pasan por otras aristas de su vida. Quizá por perder a alguien más de su familia, ahora que está sufriendo la partida de su padre, aquel que le enseñó a ser cercana, empática, de piel. En la pantalla del computador que está sobre el escritorio en su oficina, del segundo piso del área dramática, aparece la imagen de su madre, María Eugenia Ríos, y la de su padre.
-Murió en su oficina, sentado. Sin aviso. Le pasó un papel a la secretaria, se volvió a sentar en su escritorio y de repente se cayó. Fue un infarto fulminante. Estaba el descueve, habíamos hablado en la mañana. Increíble.
Quena Rencoret hoy está a full trabajando en las teleseries de TVN -«Martín Rivas», la nocturna que reemplazará a «Conde Vrolok», que como nombre tentativo tiene «Los Cuarenta», y en una sitcom que pronto comenzará a grabar- y tiene poco tiempo para detenerse a pensar en sus afectos. Y, aunque sonríe, está triste.
Mira la fotografía otra vez y agrega:
-Ése era mi papá: lo amo. Lo siento súper cerca. Por eso digo que para mí el tema de los afectos es tan importante. Con la edad que tengo, llegaba a su casa y me sentaba en su falda a darle besos, como si tuviera diez años. Era exquisito, adorable. Es un dolor gigante, porque no estaba preparada para que se fuera, pero tengo la tranquilidad de que no quedé con ninguna deuda con él. Le dije que lo quería y lo amaba hasta el último día. Por otro lado, ya no le tengo miedo a mi muerte: sé que mi papá me va a venir a buscar. ¿Cómo le voy a tener miedo si el papá, que es el árbol gigante que me acogía, está ahí?
Por Ximena Urrejola B. Fotografías: Álvaro de la Fuente. Maquillaje: Milagros Domínguez..